Casos insólitos

La novia cadáver, la increíble historia real de Carl von Cosel

¿Alguna vez has estado tan enamorado o enamorada de una persona que piensas que vuestro amor puede sobrepasar cualquier límite o frontera? Como probablemente sabrás a estas alturas en no pocas ocasiones la realidad llega a superar a la ficción. Muchos conocerán la película de 2005 titulada ‘La Novia Cadáver’ dirigida por el singular Tim Burton. Sin embargo lo que quizá no sabías es que realmente existió un hombre que permaneció durante años enamorado de su novia muerta. Y es que su amor parecía tan auténtico (o quizá obsesivo) que no pudo dejar de quererla a pesar de que ella ya no formaba parte de este mundo.
¿Quieres conocer esta perturbadora historia de amor? Acompáñame y descubre uno de los casos más insólitos de la historia, protagonizado por Carl von Cosel y su amada Maria Elena Milagro de Hoyos, quienes se quisieron tan profundamente que ni la propia muerte fue capaz de romper la inquebrantable barrera del amor.

Quién fue Carl von Cosel

El Alemán Carl von Cosel (también conocido como Carl Tanzler) fue un reputado doctor especializado en radiología, sin embargo la fama que le precede no va ligada a su gran talento como radiólogo, sino a la turbia historia de la que hablamos en estas líneas.
Antes de conocer al que sería su verdadero amor, von Cosel estuvo casado con una bella mujer llamada Doris con la cual tuvo dos preciosas hijas, sin embargo, para su desgracia una de ellas murió a temprana edad a causa de la difteria, una terrible enfermedad infecciosa que asedió a la niña hasta el final de sus días.
Tras emigrar de Alemania, Cosel terminó trabajando en el US Marine Hospital de Florida.

Su historia de amor con Maria Elena Milagro de Hoyos

En varias ocasiones Carl von Cosel afirmó que durante su infancia el fantasma de un antepasado le visitaba constantemente. En una de estas visitas, según afirma, este ancestro llegó a mostrarle el rostro de la mujer que sería el auténtico amor de su vida. Por este motivo Carl no lo dudó ni un segundo en cuanto vio por primera vez a Maria Elena Milagro de Hoyos: ella era la mujer que había estado esperando todo este tiempo.
La chica era una paciente suya mitad cubana y mitad estadounidense, y Carl von Cosel (quien sería su médico particular) no pudo negar el flechazo que había sentido por ella.
Por desgracia para ambos, su amor no dudaría mucho tiempo. La visita de Maria Elena a la consulta de Carl von Cosel se debía a que la paciente sufría tuberculosis, una enfermedad que a finales de los años veinte (época en la que transcurre nuestra historia) era sinónimo de estar condenado a muerte.
El médico intentó hacer todo lo que estaba en su mano y más por salvar la vida de su amada, pero finalmente la enfermedad se la arrebató y Carl von Cosel quedó sumido en una profunda tristeza de tal magnitud que cambió su vida para siempre.

La muerte no supuso el final de este romance

En 1931 la vida de Maria Elena Milagro de Hoyos llegó a su final. La joven murió en la casa de sus propios padres, y fue Carl von Cosel quien se encargó de mandar a construir un mausoleo para ella en el Cementerio de Cayo Hueso.
No pasó una sola noche en la que Carl von Cosel acudiera al mausoleo de su amada, lugar en el cual tenía constantes conversaciones con ella, o al menos es lo que él afirmaba.
Dos años después de su muerte, el médico decidió sustraer el cadáver del mausoleo y llevarlo a escondidas a su propia casa, donde horrorizado por el lamentable estado del cuerpo de la que llegó a ser su amada, decidió recomponer los pedazos como pudo llegando incluso a introducir ojos de vidrio en las cuencas vacías de Maria Elena.
El cadáver de la mujer estuvo durante varios años tendido al lado del médico, en su propia cama. Fue ya en la década de los cuarenta cuando la propia hermana de Maria Elena escuchó rumores acerca de lo que el médico estaba haciendo.

¿Cómo terminó esta historia?

La hermana de Elena denunció este hecho a las autoridades y la policía se manifestó en la propia casa de Carl von Cosel. El cuerpo fue devuelto al cementerio (a una ubicación desconocida con el objetivo de prevenir cualquier otro tipo de profanación) y el médico fue acusado por su crimen de sacrilegio al cuerpo de la mujer. Sin embargo, este finalmente fue absuelto del delito por el cual se le acusaba.
En 1952 el médico murió en su propia casa. Antes de fallecer, e impulsado por su obsesión, Carl von Cosel había mandado a construir una esfinge en su propia casa que personificaba a su amada fallecida. Un hecho que demuestra que el médico nunca dejó de estar enamorado de Maria Elena, y que su amor rompió cualquier límite que pudiera existir.