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Cine y literatura misteriosa

Béla Lugosi y su obsesión con Dracula

Desde Christopher Lee a Luke Evans, muchos han sido los actores que han dado vida a Drácula en la gran pantalla. Un personaje icónico que nació de la mente del escritor irlandés Bram Stoker a finales del siglo XIX, y que supuso el culmen de la literatura vampírica, jamás igualado hasta ahora. En forma de novela epistolar, la obra de Stoker nos llevaba de los Cárpatos a Londres y luego a Whitby, para seguir las andanzas del peligroso conde Drácula, un noble transilvano que se había convertido en vampiro siglos antes y que ahora se había encaprichado de la joven prometida de Jonathan Harker, el arrendatario de su nueva propiedad en Inglaterra. La historia es de sobra conocida y ha sido llevada al cine, normalmente con variaciones, en más de un centenar de ocasiones.

Muchos han sido los actores que se han puesto en la piel del icónico vampiro, pero desde luego, si hay uno que ha quedado en el imaginario colectivo como el verdadero Drácula, seguramente el que mejor ha encarnado al Príncipe de las Tinieblas, ese es sin duda Béla Lugosi. El actor, nacido en Transilvania, parecía estar destinado a interpretar ese papel que le valió la fama, primero en el teatro y más tarde en la gran pantalla, de la mano del genial director Tod Browning. Lugosi se metió tanto en el personaje que acabó creyéndose el verdadero Drácula, y vivió sus últimos años con esa idea en la cabeza. Una historia que, sin duda, merece ser contada.

Béla Lugosi nació en Transilvania

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Como el mítico personaje que interpretaría años después, Béla Lugosi también  nació en Transilvania, en una familia acomodada que incluso tenía antepasados aristocráticos. Béla acogió como apellido artístico el nombre de su propio pueblo, Lugoj, que sonaba mucho mejor que su nombre original, Béla Ferenc Dezső Blaskó. Estudió Arte Dramático en Budapest, y llegó a ser uno de los actores más populares y mejor considerados de toda Hungría. Participó también en la Primera Guerra Mundial en el ejército austro-húngaro, y tras ello, a pesar de ser condecorado como héroe de guerra, tuvo que huir del país tras la revolución de 1919. Llegó un año más tarde a Estados Unidos, donde seguiría trabajando como actor, principalmente en el teatro.

 

Drácula, el papel de su vida

En 1928 consigue el papel que le cambiaría la vida. Empieza a actuar como el conde Drácula en Broadway, en la obra de teatro que inspiraría posteriormente la versión en la gran pantalla de Tod Browning. Su espectacular físico, su porte aristocrático y sobre todo, su acento eslavo, le daban un punto de credibilidad asombroso a ese personaje que parecía haber nacido para interpretar. El éxito de la obra en Broadway le llevó a protagonizar también la versión cinematográfica, que le elevó al estrellato por su inconfundible visión del personaje. El buen hacer de Browning hizo de aquella versión de Drácula, en 1931, toda una obra de culto, una de las primeras verdaderas películas de terror que alcanzó una gran audiencia. Y Lugosi era el centro de atención para todos.

 

Su obsesión con el personaje

Lugosi llegó a creerse por completo su personaje. Se comportaba como Drácula dentro del set, y pronto esa obsesión traspasó la pantalla. Convertido ya en una estrella, decidió especializarse en estos papeles de vampiro y rey del terror, desechando casi cualquier otro tipo de actuación. Durante casi dos décadas, Lugosi estuvo interpretando en el cine al mítico vampiro creado por Bram Stoker, y ya en aquellos últimos años mostró principios de desequilibrios mentales. Aseguraba, tal vez por hacer más creíble su personaje, que dormía en un ataúd, como el “Drácula real”. Adicto a la morfina desde su estancia en el frente, Lugosi pasó de ser una gran estrella a convertirse en el tipo que ya cansaba por interpretar siempre al mismo personaje. Tras su último papel como Drácula, en 1947, el actor desapareció de la gran pantalla.

 

Llegó a asumir la personalidad de su personaje

En aquellos años ya se aseguraba que Lugosi no estaba precisamente bien de la cabeza, y que actuar como Drácula durante tantos años le había llevado a creerse por completo su personaje. El tema del ataúd seguramente fuera una broma, pero no era extraño verle en sus últimos años por la calle vestido a la manera del conde transilvano, con la icónica capa que volvería a utilizar en la películas Plan 9 from Outer Space, del director Ed Wood, que era un gran admirador de su obra. El joven cineasta convenció a Lugosi para participar en su película, considerada una de las peores de la historia, pero convertida ahora en filme de culto. Incluso Tim Burton decidió homenajearla a su manera en un biopic sobre el propio director, en el que el personaje de Lugosi era interpretado por el genial Martin Landau.

 

Lugosi fue incinerado con su capa de Drácula

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El actor moriría finalmente en 1956, a los 72 años de edad, a causa de un ataque cardiaco. Su quinta mujer le encontraría en su apartamento de Los Ángeles, y por expreso deseo de su cuarta mujer y madre de su único hijo, Lugosi sería enterrado con la capa original de Drácula, la que había utilizado en tantos y tantos papeles a lo largo de su vida. Según ellos, era lo que Béla hubiera deseado. Así, el mito seguía vivo incluso después de morir. La actuación de Lugosi en la película de Wood, que se estrenó años después de su muerte, sería el legado de este brillante actor que seguramente acabó dándole demasiado pábulo al personaje que más había interpretado, y aquello le costó buena parte de su carrera. Sin embargo, Lugosi es considerado como uno de los grandes actores clásicos de terror, e incluso posee una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.